lunes, 28 de mayo de 2012

Talando el bosque


   Ya se sabe el dicho… “A veces los árboles no dejan ver el bosque”.

   Eso se dice, pero qué ocurre cuando el dichoso bosque no te deja encontrar el árbol que necesitas para averiguar si tienes o no madera… la madera… y vas por ahí rebuscando dentro de ti mismo cual Stradivari pegando la oreja a los leños hasta oír la melodía de un violín, como Migue Ángel en busca del bloque de mármol que contuviese en su interior la Piedad más bella jamás esculpida. El desasosiego de no dar con ello es infinito, ¿estaría equivocada?, ¿será otro mi camino?

    Así, adentrándome en un frondoso hayedo, de esos que esta región alberga orgullosa, entre doscientas criaturas que me observan con acuciantes ojos, un leñador experto me ayudó a encontrar el árbol en cuestión, un pequeño roble, de esos que toman el relevo a las altas hayas en la Sierra de Andía, mirándome tímidamente, joven e inexperto, pero con la fuerza y el espíritu aventurero del que comienza. 


Sonríe y me dice: 
“Hay madera Vanesa, hay madera”.

1 comentario:

  1. Qué bonito escribes Vane. Toda una poeta. Y de que hay madera, hay madera. Tienes todo el talento para lo que tú quieres.

    Saludos.

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